Considerando el clima político actual es necesario abrir el debate, realizar un análisis crítico y plantear autocrítica
Sobre algunas de las causas que a mi criterio han incidido, no solo en el último resultado electoral, sino en lo que temo se puede denominar la “crónica de una muerte anunciada para el proceso revolucionario en nuestro país”. Tal afirmación la hago considerando las condiciones objetivas concretas que dicta la realidad, no sólo política, electoral sino socioeconómica y cultural de Venezuela. En el caso de que los factores de la derecha proimperialista fascista y golpista no logre consumar un golpe, pronto que tarde, llamará a impugnar las elecciones, cuente con las pruebas o no, luego de que se realice la auditoría del 100%, acordada por el CNE, esto para seguir generando descontento en la población, paralizar el país y crear un clima de mayor hostilidad e ingobernabilidad, lo cual sumado a la guerra sicológica, mediática y económica contribuirá significativamente al posible futuro proceso de revocatorio contra el presidente Maduro, nueva contienda electoral que estará a riesgo de perder esta vez, ello debido a las siguientes razones y factores económicos, políticos y sociales que ya se han venido presentando a lo largo de estos 14 años, sumados a otros nuevos y la profundización de otros:
1) la pérdida del líder Hugo Chávez,
2) la devaluación del Bolívar y la consecuente pérdida del poder adquisitivo de la clase obrera y trabajadora,
3) continuación de la crisis eléctrica y el sabotaje,
4) desabastecimiento de los principales rubros de la cesta básica,
5) campante inflación y falta de protección al consumidor,
6) inseguridad, anarquía, sensación de no poseer el control social
7) ineficiencia, ineficacia e incapacidad del gobierno central y los gobiernos locales y regionales para resolver los principales problemas que aquejan a la sociedad venezolana,
burocratismo, falta de respuesta y corrupción, 9) avance del sector empresarial privado de nuestro país a favor de sus intereses mercantiles 10) políticas macro económicas que estimulan el capitalismo en vez de debilitar y destruir definitivamente el brazo económico y capital privado en Venezuela. Todos estos aspectos, que por demás no lograrán ser sorteados ni solucionados con facilidad en menos de 3 años por el actual presidente, Nicolás Maduro, podrán contribuir elocuentemente, a que la mínima brecha que hoy existe siga disminuyendo y definitivamente supere para el momento del revocatorio a las fuerzas del proceso revolucionario.
Haciendo la salvedad que la pérdida física del líder emblemático de este proceso Hugo Chávez, incidió en los resultados, no hay que desestimar el importante incremento que tuvo la oposición en las elecciones del 7-O de 2012, aun estando Chávez vivo. Una de las principales causas del “fracaso” que hasta el momento viene presentando dicho proceso revolucionario, a pesar de todos los avances en el campo social como nunca lo había hecho ningún otro gobierno en la historia contemporánea de Venezuela, lo constituye que la misma no logró, al menos hasta ahora, generar una ruptura definitiva, contundente y radical con el modelo hegemónico capitalista de producción, en consecuencia quebrar sus bases. Ello constituyó y constituye una de sus más grandes debilidades en términos de política económica y transformación del sistema; ya que es casi imposible, eso lo ha demostrado la historia, que una revolución de carácter socialista pueda franquearse conviviendo con un sistema depredador y totalitario como el capitalista, ya que este incrementa cada vez más las distinción de clase, secuestra la organización social del trabajo y el modo de producción. Es cierto que se ha hizo una gran transformación social: gratuidad de la educación y la salud como los más grandes logros, también se han dado pasos importantes hacia la construcción de lo que se ha llamado el poder popular, se generaron leyes e instrumentos valiosos, aunque con algunas fallas, para impulsar los “consejos comunales” y posteriores “comunas”; sin embargo, esto es aún embrionario y además no fue acompañado con una política acertada de formación política y sociocultural de carácter revolucionario socialista. A esto hay añadirle la inmadurez política de nuestro pueblo a la hora de organizarse y tomar decisiones, así como la corrupción, pugnas internas, falta de contraloría, direccionamiento político, entre otras, dentro de estas mismas organizaciones.
Llama poderosamente la atención que un grupo importante de nuestra población, la cual está constituida por clase obrera y trabajadora, haya votado por el candidato opositor, más bien pensábamos que la conciencia política de nuestro pueblo había crecido mucho más, sobre todo luego de que nuestro gobierno y en especial el presidente Chávez había dado importantes avances sociales y profundizado las grandes misiones, como la Gran Misión Vivienda Venezuela, este nivel de inconsciencia política y social también se expresa en el hecho de que algunas de estas misiones hayan sido abandonadas por negligencia, tanto por parte de los dirigentes responsables como de la misma población beneficiaria, pero no contentos con ello, más grave es que el discurso del candidato opositor haya calado en nuestra población explotada, a los cuales se les ha hecho creer que el programa del candidato opositor fascista propone mantener las misiones y profundizarlas, esta es una demostración más de que en la mayoría de los casos, esa porción de nuestra clase obrera y trabajadora aun es inconsciente de su condición de clase, razón por la cual el efecto de los beneficios de las misiones, junto a otras políticas de carácter social. Esta es una razón más para considerar que a la masa no se le transforma con dádivas sino con ideas, ideas que con mucho esfuerzo el comandante Chávez intentó sembrar en nuestra población explotada. No obstante, hay elementos socioculturales que son relevantes traer a la discusión, entre ellos la cultura del consumismo sobre la cual está cimentada la sociedad venezolana y la mayoría de los países en los que el capitalismo funciona como sistema de vida. En el caso de Venezuela este fenómeno se ve exacerbado por ser un país petrolero que vive de la renta petrolera.
Estos son sólo algunos elementos que asomo en esta reflexión que apenas inicia y de la cual tenemos mucha tela que cortar todavía. No obstante es determinante y definitivo decir que las condiciones socioculturales y económico-políticas actuales son adversas al proceso revolucionario y a la evolución y posterior consolidación del mismo; he mencionado sendos obstáculos que se presentan que hacen la situación turbia y compleja, lo que me permite hacer la siguiente analogía futbolística: cuando un equipo de fútbol se encuentra en debilidad de condiciones en un partido, a sabiendas que debe ganar para no quedar eliminado, y va perdiendo al menos por un gol, el cuerpo técnico toma la decisión de arriesgar sin desguarnecer la defensa; sin embargo tal acción requiere, de jugadores en grandes condiciones físicas, orden táctico, capacidad sicológica para recuperarse de la inferioridad y sobre todo exactitud, eficiencia y determinación en sus movimiento para al menos empatar la partida, tales acciones implican, sacar algunas veces jugadores de la parte defensiva e incluir algunos en la delantera para poder hacer avanzar las líneas de ataque empatar y ganar. Ello implica el riesgo de “abrirse” o “desguarnecer” por necesidad la zona defensiva y que el contrario encaje otro gol, lo que podría ser decisivo y cantar la victoria definitiva de su oponente, es decir, el técnico y el equipo deben jugársela a toda a riesgo de vencer o morir. Si bien el proceso revolucionario no ha perdido el partido todavía, está perdiendo y debe hacer movimientos estratégicos que garanticen, primero empatar y luego asestar el golpe final. Esto se traduce en profundizar y radicalizar con medidas económicas y políticas el Socialismo y la destrucción definitiva y contundente del capitalismo, de lo contrario las fuerzas contrarias tiene ventaja en la contienda porque debemos recordar que el sistema que aun impera en nuestro país es el capitalismo. De allí que surgen muchas peguntas: ¿Está dispuesta la dirigencia política actual dispuesta a pagar el costo político de una avanzada de este tipo o estará jugando a la desarticulación del proceso? ¿Qué fuerzas influyeron para que se tomara la decisión de una devaluación tan drástica a las puertas de un proceso electoral como el del pasado 14-A, no fue una jugada en contra? ¿Está en capacidad y tiene la fuerza necesaria económica y política el gobierno y las organizaciones de la alianza listas para la radicalización del proceso revolucionario? ¿Está listo y preparado el pueblo venezolano para una avanzada de este tipo, sabrá soportar una abatida económica? ¿Existen fuerzas internas infiltradas dentro del gobierno que permitirán dicho avance?
El pueblo legislador y su contexto político en la Revolución
1) la pérdida del líder Hugo Chávez,
2) la devaluación del Bolívar y la consecuente pérdida del poder adquisitivo de la clase obrera y trabajadora,
3) continuación de la crisis eléctrica y el sabotaje,
4) desabastecimiento de los principales rubros de la cesta básica,
5) campante inflación y falta de protección al consumidor,
6) inseguridad, anarquía, sensación de no poseer el control social
7) ineficiencia, ineficacia e incapacidad del gobierno central y los gobiernos locales y regionales para resolver los principales problemas que aquejan a la sociedad venezolana,
burocratismo, falta de respuesta y corrupción, 9) avance del sector empresarial privado de nuestro país a favor de sus intereses mercantiles 10) políticas macro económicas que estimulan el capitalismo en vez de debilitar y destruir definitivamente el brazo económico y capital privado en Venezuela. Todos estos aspectos, que por demás no lograrán ser sorteados ni solucionados con facilidad en menos de 3 años por el actual presidente, Nicolás Maduro, podrán contribuir elocuentemente, a que la mínima brecha que hoy existe siga disminuyendo y definitivamente supere para el momento del revocatorio a las fuerzas del proceso revolucionario.
Haciendo la salvedad que la pérdida física del líder emblemático de este proceso Hugo Chávez, incidió en los resultados, no hay que desestimar el importante incremento que tuvo la oposición en las elecciones del 7-O de 2012, aun estando Chávez vivo. Una de las principales causas del “fracaso” que hasta el momento viene presentando dicho proceso revolucionario, a pesar de todos los avances en el campo social como nunca lo había hecho ningún otro gobierno en la historia contemporánea de Venezuela, lo constituye que la misma no logró, al menos hasta ahora, generar una ruptura definitiva, contundente y radical con el modelo hegemónico capitalista de producción, en consecuencia quebrar sus bases. Ello constituyó y constituye una de sus más grandes debilidades en términos de política económica y transformación del sistema; ya que es casi imposible, eso lo ha demostrado la historia, que una revolución de carácter socialista pueda franquearse conviviendo con un sistema depredador y totalitario como el capitalista, ya que este incrementa cada vez más las distinción de clase, secuestra la organización social del trabajo y el modo de producción. Es cierto que se ha hizo una gran transformación social: gratuidad de la educación y la salud como los más grandes logros, también se han dado pasos importantes hacia la construcción de lo que se ha llamado el poder popular, se generaron leyes e instrumentos valiosos, aunque con algunas fallas, para impulsar los “consejos comunales” y posteriores “comunas”; sin embargo, esto es aún embrionario y además no fue acompañado con una política acertada de formación política y sociocultural de carácter revolucionario socialista. A esto hay añadirle la inmadurez política de nuestro pueblo a la hora de organizarse y tomar decisiones, así como la corrupción, pugnas internas, falta de contraloría, direccionamiento político, entre otras, dentro de estas mismas organizaciones.
Llama poderosamente la atención que un grupo importante de nuestra población, la cual está constituida por clase obrera y trabajadora, haya votado por el candidato opositor, más bien pensábamos que la conciencia política de nuestro pueblo había crecido mucho más, sobre todo luego de que nuestro gobierno y en especial el presidente Chávez había dado importantes avances sociales y profundizado las grandes misiones, como la Gran Misión Vivienda Venezuela, este nivel de inconsciencia política y social también se expresa en el hecho de que algunas de estas misiones hayan sido abandonadas por negligencia, tanto por parte de los dirigentes responsables como de la misma población beneficiaria, pero no contentos con ello, más grave es que el discurso del candidato opositor haya calado en nuestra población explotada, a los cuales se les ha hecho creer que el programa del candidato opositor fascista propone mantener las misiones y profundizarlas, esta es una demostración más de que en la mayoría de los casos, esa porción de nuestra clase obrera y trabajadora aun es inconsciente de su condición de clase, razón por la cual el efecto de los beneficios de las misiones, junto a otras políticas de carácter social. Esta es una razón más para considerar que a la masa no se le transforma con dádivas sino con ideas, ideas que con mucho esfuerzo el comandante Chávez intentó sembrar en nuestra población explotada. No obstante, hay elementos socioculturales que son relevantes traer a la discusión, entre ellos la cultura del consumismo sobre la cual está cimentada la sociedad venezolana y la mayoría de los países en los que el capitalismo funciona como sistema de vida. En el caso de Venezuela este fenómeno se ve exacerbado por ser un país petrolero que vive de la renta petrolera.
Estos son sólo algunos elementos que asomo en esta reflexión que apenas inicia y de la cual tenemos mucha tela que cortar todavía. No obstante es determinante y definitivo decir que las condiciones socioculturales y económico-políticas actuales son adversas al proceso revolucionario y a la evolución y posterior consolidación del mismo; he mencionado sendos obstáculos que se presentan que hacen la situación turbia y compleja, lo que me permite hacer la siguiente analogía futbolística: cuando un equipo de fútbol se encuentra en debilidad de condiciones en un partido, a sabiendas que debe ganar para no quedar eliminado, y va perdiendo al menos por un gol, el cuerpo técnico toma la decisión de arriesgar sin desguarnecer la defensa; sin embargo tal acción requiere, de jugadores en grandes condiciones físicas, orden táctico, capacidad sicológica para recuperarse de la inferioridad y sobre todo exactitud, eficiencia y determinación en sus movimiento para al menos empatar la partida, tales acciones implican, sacar algunas veces jugadores de la parte defensiva e incluir algunos en la delantera para poder hacer avanzar las líneas de ataque empatar y ganar. Ello implica el riesgo de “abrirse” o “desguarnecer” por necesidad la zona defensiva y que el contrario encaje otro gol, lo que podría ser decisivo y cantar la victoria definitiva de su oponente, es decir, el técnico y el equipo deben jugársela a toda a riesgo de vencer o morir. Si bien el proceso revolucionario no ha perdido el partido todavía, está perdiendo y debe hacer movimientos estratégicos que garanticen, primero empatar y luego asestar el golpe final. Esto se traduce en profundizar y radicalizar con medidas económicas y políticas el Socialismo y la destrucción definitiva y contundente del capitalismo, de lo contrario las fuerzas contrarias tiene ventaja en la contienda porque debemos recordar que el sistema que aun impera en nuestro país es el capitalismo. De allí que surgen muchas peguntas: ¿Está dispuesta la dirigencia política actual dispuesta a pagar el costo político de una avanzada de este tipo o estará jugando a la desarticulación del proceso? ¿Qué fuerzas influyeron para que se tomara la decisión de una devaluación tan drástica a las puertas de un proceso electoral como el del pasado 14-A, no fue una jugada en contra? ¿Está en capacidad y tiene la fuerza necesaria económica y política el gobierno y las organizaciones de la alianza listas para la radicalización del proceso revolucionario? ¿Está listo y preparado el pueblo venezolano para una avanzada de este tipo, sabrá soportar una abatida económica? ¿Existen fuerzas internas infiltradas dentro del gobierno que permitirán dicho avance?
El pueblo legislador y su contexto político en la Revolución
principios constitucionales, a cada quien según sus necesidades pero es vital LA CONSTRUCCIÓN DEL PODER POPULAR como la máxima expresión de la política en Venezuela tanto en lo local como en lo internacional.”( Chávez dixit)
Todo proceso de cambio social esta enmarcado dentro de un modelo político y un sistema jurídico que puede legitimarlo u obstaculizarlo, la continua movilidad requiere de un derecho que se adecue a las realidades emergentes. Por ello, se impone la ruptura con el ordenamiento jurídico que le ha dado sostén al Modelo de Estado Liberal y al conjunto de instituciones que lo integran, dando un paso a un modelo de Estado Social de Derecho y Justicia donde efectivamente cobre vida el concepto de soberanía.
Nuestro país despertó de la pesadilla neoliberal que por más de cuatro décadas sembraron pobreza y desigualdad en nombre de la democracia formal. La realidad se nos presenta hoy como una constelación un tanto azarosa de cambios, rupturas y quiebres que por encima de confusiones constituyen oportunidades que nos permiten dar un nuevo salto en el devenir histórico de la raza humana.
Avanzamos hacia una nueva concepción del quehacer legislativo que rompe con el viejo modelo parlamentario liberal representativo y por ende facilita el desarrollo del modelo político de democracia participativa protagónica, de tal forma que es el pueblo quien emerge como sujeto emancipador y constructor de un nuevo ordenamiento jurídico y de las políticas públicas que dé él se deriven. Vivimos hoy una profunda reestructuración general de la economía, la cultura, la sociedad y la política para transformar nuestras condiciones materiales y espirituales de la vida, es decir, una verdadera ruptura.
Esta revolución constituye un gradual y multidimensional quiebre civilizatorio que anuncia que los primeros asomos de un nuevo modo de producción y de relaciones sociales marcado por la democratización de la información y el saber. Ratificamos que el saber es poder, no nos referimos aquí a los saberes hoy hegemónicos que pretenden reescribir y recodificar las desigualdades e injusticias de siempre bajo el amparo de las instituciones rectoras del viejo orden y que aún hoy sobreviven. Se abre paso a los saberes alternativos y a la prescripción normativa desde la propia sociedad, desde los cuales se aspira desarrollar nuevas formas de gobernabilidad más pertinentes a nuestras realidades y necesidades, dentro de un espacio social reconstruido por el colectivo.
Los procesos sociales de prescripción normativa se hacen crecientemente más dispersos y heterogéneos. La función del poder se define hoy en función de un combate continuo donde el Derecho se convierte en la trinchera desde donde se entabla el forcejeo. Nuestras percepciones han estado nubladas durante mucho tiempo por ideologías y partidismos que como bien advirtió Marx han confundido sus deseos con la realidad. Se produjeron así verdades fetichizadas que nos condenaron a una falsa lectura de la realidad para conservar cómodos y parciales nichos de “verdad”. Se requiere, ahora, escapar de estos reduccionismos, debemos crear una nueva “ praxis” que supere los viejos postulados teóricos, insuficientes actualmente para comprender los cambios.
Todo proceso de cambio social esta enmarcado dentro de un modelo político y un sistema jurídico que puede legitimarlo u obstaculizarlo, la continua movilidad requiere de un derecho que se adecue a las realidades emergentes. Por ello, se impone la ruptura con el ordenamiento jurídico que le ha dado sostén al Modelo de Estado Liberal y al conjunto de instituciones que lo integran, dando un paso a un modelo de Estado Social de Derecho y Justicia donde efectivamente cobre vida el concepto de soberanía.
Nuestro país despertó de la pesadilla neoliberal que por más de cuatro décadas sembraron pobreza y desigualdad en nombre de la democracia formal. La realidad se nos presenta hoy como una constelación un tanto azarosa de cambios, rupturas y quiebres que por encima de confusiones constituyen oportunidades que nos permiten dar un nuevo salto en el devenir histórico de la raza humana.
Avanzamos hacia una nueva concepción del quehacer legislativo que rompe con el viejo modelo parlamentario liberal representativo y por ende facilita el desarrollo del modelo político de democracia participativa protagónica, de tal forma que es el pueblo quien emerge como sujeto emancipador y constructor de un nuevo ordenamiento jurídico y de las políticas públicas que dé él se deriven. Vivimos hoy una profunda reestructuración general de la economía, la cultura, la sociedad y la política para transformar nuestras condiciones materiales y espirituales de la vida, es decir, una verdadera ruptura.
Esta revolución constituye un gradual y multidimensional quiebre civilizatorio que anuncia que los primeros asomos de un nuevo modo de producción y de relaciones sociales marcado por la democratización de la información y el saber. Ratificamos que el saber es poder, no nos referimos aquí a los saberes hoy hegemónicos que pretenden reescribir y recodificar las desigualdades e injusticias de siempre bajo el amparo de las instituciones rectoras del viejo orden y que aún hoy sobreviven. Se abre paso a los saberes alternativos y a la prescripción normativa desde la propia sociedad, desde los cuales se aspira desarrollar nuevas formas de gobernabilidad más pertinentes a nuestras realidades y necesidades, dentro de un espacio social reconstruido por el colectivo.
Los procesos sociales de prescripción normativa se hacen crecientemente más dispersos y heterogéneos. La función del poder se define hoy en función de un combate continuo donde el Derecho se convierte en la trinchera desde donde se entabla el forcejeo. Nuestras percepciones han estado nubladas durante mucho tiempo por ideologías y partidismos que como bien advirtió Marx han confundido sus deseos con la realidad. Se produjeron así verdades fetichizadas que nos condenaron a una falsa lectura de la realidad para conservar cómodos y parciales nichos de “verdad”. Se requiere, ahora, escapar de estos reduccionismos, debemos crear una nueva “ praxis” que supere los viejos postulados teóricos, insuficientes actualmente para comprender los cambios.
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